-Maldito Xin
Huan... ¿Eres tú verdad? ¡no creas que no te he visto! ¡No sólo nos tenéis que
amargar con el chop suei y la salsa agridulce, que encima vienes a alborotar mi
paz!
- ¿Y esto?
¿Pero qué
demonios?...
El Sr. Weird se
inclina, mira la calabaza, y levanta la tapa. En su interior, una rata muerta y
un mensaje. Con la punta de la cola del roedor, lo examina y lo devuelve a su
interior.
Luego, lee la
nota.
- “Truco o trato”!
Mr. Weird.
Esta pequeña criatura representa lo que es
usted ahora: una rata miserable. Con
que, sí, ya no oiré más: “muchacho, este pato a la naranja es una bazofia”,
¿verdad?, ni “el arroz está pasado y soso, pedazo de chino de mierda”.
Ahora me toca a
mí.
-Si elige
Truco, sepa que tendrá que salir hacia el restaurante y pedir una disculpa ante
todo el mundo. No crea que es tan fácil. Si no lo hace, esta noche le
perseguirá el espíritu del roedor.
Si, por el
contrario, escoge trato, deberá cambiar su actitud en adelante. Y mostrará respeto por nuestra familia, que
conserva las costumbres de cientos de generaciones que han sabido adaptarse a
los tiempos, sin soportar ese odio desmedido que siente usted, Mr. Weird. Y
cambiará.
Porque si no lo
hace, conocerá el legado de nuestra maldición:
La fábula de la dinastía Zhou.
¿Recuerda el shop suei que comió esta mañana? Llevaba un ingrediente de nuestra lejana
tierra. Según sea su decisión, observará cuál es su destino.
Por ello, le
repito nuevamente,
¿Truco o trato?
-Maldito chino
de mierda. ¿Crees que voy a perder un segundo en tus gilipolleces orientales?
Y arrugando la
nota en una pequeña bola de papel, regresa a sa sucia estancia que es su hogar,
el agujero de un solitario y malhumorado vejestorio.
-¡No pienso
mover un miserable dedo!, ¡maldito seas, Xin Huan!
Y agotado, y
somnoliento cae en el catre de paja, envuelto en un extraño sopor.
Cuando ya sus
ojos se cierran completamente, comienza la transformación. Poco a poco, en sus
manos, su cara, su pecho, largos y oscuros cabellos despuntan y se alargan
tapizando su piel de un color gris. Su cara, boquiabierta, muestra unos
incisivos que crecen exageradamente y sus manos y sus pies muestran uñas
terribles y enormes. Debajo de su trasero una enorme cola se despliega cayendo
por un lado de la cama.
De pronto despierta y descubre su
nuevo aspecto:
Una rata gigante, gris, apestosa
y sucia, que comienza a gritar con chillidos agudos insoportables, que hace que
los transeúntes se agolpen en su ventana para observar el espectáculo horrendo
de su existencia. Alguien grita ¡policía!
Minutos más tarde, en medio del griterío y de su propio horror, tira la puerta abajo una brigada de desratización, con la policía armada hasta los dientes. ¡Ahí está, no duden el matarla, DISPAREN!!
¡Bang! ¡Bang!
Y entonces despertó.
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