EL SOFÁ DE LOS HERMANOS MARX
El sofá de los Hermanos Marx
Seguramente no
habrán visto esta película, pero les resultará familiar.
—Pues nos vamos al IKEA, suelta Groucho.
—Genial, al Ikea,
pues, asiente Chico
—¡Moc, moc,
moc!, enfatiza Harpo, con su bocina.
—¡BUENAS TARDES
CABALLERA!, le grita Groucho, sacándose el sombrero e inclinándose efusivamente
tres veces. Me presento: Soy Otis B. Driftwood, y usted no. Quisiera un sofá.
Un sofá enorme. Con Chaise Long de colorines —Es lo menos que puedo esperar de
un sitio como éste, ¿no cree?
—No haga caso,
señorita, mi socio sólo necesita un sofá de tres plazas, con Chaise Longue, da
igual que sea gris marengo que rojo escarlata —precisa Chico, mientras Harpo le
pellizca el culo y hace sonar la bocina: ¡Moc, moc!
—Demasiado
frito, necesitamos algo en crudo. (Harpo muestra decepción)
—Está usted de
broma, señorita? ¡Que ultraje! ¿Dónde está el libro de reclamaciones?
—Hummm… De
acuerdo. Pónganos el Barslöv, — suena a ópera de Viena o a villano de los
Cárpatos—.
—¿Se lo van a
llevar ustedes mismos o se lo enviamos a su domicilio?
—¿Tengo cara de
transportista, madame? Por supuesto que nos lo envían. Y envuelto para regalo
con cinta de cachemir, ¡faltaría más! Y además se llevarán el cadáver.
—¿Cómo dice?
—Se refiere al
sofá viejo.
—Ah, claro por
supuesto. Eso tendrá un coste extra. Les imprimiré la factura.
—Socio,
compruebe las condiciones legales.
—Voy. Veamos: la parte contratante de la primera parte…
—Perfecto. Parece
estar todo en orden. Envíen a los transportistas la semana que viene. A sus
pies, caballera.
—¿Quién
pregunta? Si es del departamento del fisco, no está. Marchó hace meses.
—¡” I KÉ Ace”
ahí parado, hombre de dios, pase, pase... ¿Una galleta le apetece?—Harpo está
comiendo un paquete de María Fontaneda encima del viejo sofá, de pié, subiéndose
y bajándose de él, con los zapatos puestos. De pronto le suelta un bocinazo en
toda la oreja al Sr. Otil.
—Oigan, si el
sofá no está desmontado no nos lo llevamos.
—Disculpe, buen
hombre, ¿me está diciendo que no se llevan el sofá viejo? La señorita yellow
charm, nos indicó que lo retirarían. ¡Válgame el cielo, que despropósito!
—Yo sólo vengo
a dejarle el nuevo, caballero. Firme aquí.
Mientras el
operario introduce una caja, Harpo le rodea y le saca la anterior. Son tres
cajas, pero el operario ha entrado siete. ¡Ya baasta!
—No se preocupe
Sr. Driftwood, la semana que viene le entregaremos solamente la pieza que les
falta del sofá.
—Más le vale,
si no quiere que les demande, señorita.
—¿Quién es?
—Llaman de
Ikea.
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