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AMELIA RETIRO





No importa por cuanto tiempo nos empeñemos en ser lo que no somos. En el fondo, solo importa aquello que se cuece a fuego lento, que se saborea con el deseo, que se descubre ante nuestros sentidos como una invasión perfecta e inevitable del recuerdo del amor primero.


Madrid. Lunes, 6 de mayo de 2019.- Paseo de la Castellana. Sede central de la Agencia de Branding y Comunicación SLK Digicom.

        -Habéis oído bien. Necesitamos un revulsivo de inmediato, o perderemos nuestra mejor cuenta. Quiero que todos os pongáis las pilas desde ya. No es aceptable una campaña mediocre. No para “AMELIA RETIRO”.

Lauro Morgani, director jefe de Marketing de SLK Digicom, había hipotecado su ya devaluado prestigio tras un empeño personal fallido en el relanzamiento de una conocida marca de galletas holandesa.

Ese episodio desafortunado, y la aparición de cincuenta casos de intoxicación relacionados con la marca, en su nueva publicidad, dañaron inevitablemente su reputación. Lo cual hirió su orgullo, y le llevó a quemar todas sus naves en el empeño de recuperar la confianza perdida y, de paso, conservar la cuenta “joya de la corona”: el Restaurante que, a la sazón, había sido galardonado recientemente con dos estrellas Michelin.

        -Quiero propuestas. ¡Ya! Me importa una mierda el posicionamiento del resto de cuentas.

        - Veamos, Salgado, ¿a quién tenemos disponible?

        -- Señor Morgani, Ud. sabe que todo el equipo está comprometido con el lanzamiento de la nueva línea de…

        - ¡BASTA! ¡No quiero más excusas! O tenemos a final de mes una imagen y un lema para AMELIA RETIRO, u os prometo que al Retiro vais a ir TODOS, a dar de comer a las palomas.

Antes de retirarse del sillón, claramente exaltado, Salgado le anotó un nombre en un papel:

        - ¿Quién narices es Elvira Sondel?

Tímidamente, al extremo de una mesa de Juntas de dudoso diseño, se alzaba una mano solitaria, oculta entre dos fornidos miembros del equipo de márketing.

        -Soy yo, señor Morgani, ya sabe, cubrí la vacante de Comunity Manager en el proyecto “Alimentaria feliz” … ¿lo recuerda?

        -Ah, sí, claro…lo de Alimentaria… no estuvo mal, ciertamente, pero… ¿usted no entró en el equipo hace dos semanas?

        -En realidad, hace ya seis meses, puntualizó.

Para Elvira Sondel García, haber podido incorporarse a SLK Digicom supuso una vía de escape a su desdichada existencia. Su vida la conformaban los restos de un mal divorcio con Javier Sáez, el bróker que un día le prometió tratarla como una reina. Ególatra, adicto a la cocaína y a las infidelidades, fue anulando a Elvira minuciosamente desde que tuvieron a su hija Lidia, ocho largos años atrás. El nacimiento de la cría, se presentó ante Javier como una inversión de futuro excesivamente onerosa de asumir.

 Sus continuos devaneos con otras mujeres, hundieron a Elvira en una depresión casi continua y su aspecto personal y su figura fueron perdiendo esbeltez, aun conservando en sus rasgos la belleza de una adolescente de pálida piel y roja melena, que creció cerca de un volcán extinto, en pleno corazón de La Garrotxa catalana.

        - ¿Seis meses?, -repitió con cierto asombro -, hubiera jurado que la vi entrar la semana pasada, pero, en fin, ¿Cuál es su propuesta?

        -Un certamen gastronómico.

        - Sí ya sé, parece una bobada y una inútil redundancia, teniendo en cuenta las dos estrellas, pero estoy hablando de algo diferente: la idea es que el lema y la imagen corporativa de AMELIA RETIRO acabe definiéndose a través de una selección de nuestros Chefs más prestigiosos, mediante alguna de sus especialidades. Seleccionaremos a los tres finalistas y ellos definirán la campaña y la promoción publicitaria. Madrid volverá a ser de nuevo el referente gastronómico que siempre ha sido, y además…

        -Un momento, un momento…, déjeme ver…eso es… ¡no me lo puedo creer…! es GENIAL!!, sentenció, dando una solemne palmada en la mesa.

Imaginando los titulares que ponían fin a una luctuosa etapa, y olvidando su última pifia, Lauro Morgani se auto-convenció de que lo que proponía Elvira era su tabla de salvación.

        -Ok, si no hay más propuestas, organizadlo todo y tenedme informado. Ya lo habéis oído. Podéis cerrar la puerta por fuera. Usted no, Elvira, quiero que me desarrolle más esta magnífica locura.

        -Claro. No faltaba más.

        - ¿De dónde es usted, Elvira?

        - Nací en Mieres. Un pueblecito de Girona, cerca de Olot.

        - Quiero que usted se encargue -personalmente- de buscar y convencer al que vaya a ser nuestro representante en su Comunidad. Sé que hay muchos profesionales por esa zona y estoy convencido de que sabrá identificar cuál de ellos merece contribuir al proyecto con más autenticidad. Y no…, no me dé las gracias…, si todo acaba siendo un éxito, la tendré en cuenta para la próxima reestructuración de la compañía.

Incapaz de decir que no, abrumada por lo inesperado de la propuesta, Elvira intentaba en ese instante procesar la información, huyendo en su mente hacia ese lugar, pero en otro tiempo, mientras resonaban y enmudecían las palabras que iba pronunciando Lauro Morgani…


Mieres. Girona. Sábado, 6 de septiembre de 2003.

        -¡Elvira!. ¡Aixeca’t, vinga !.

        -Tens al “manso” al carrer, amb la moto, llençant pedres a la finestra . Au, va, que el jovent d’ara, dormiu mes que les marmotes..! T’he deixat a la taula unes llesques de pa amb tomàquet i truita de seva . Jo haig de marxar al mercat. ¡Au, espavila!


Teresa Torras, “La Teresa” conocida ya sólo por unos pocos como la “pel-roja partisana” todavía mantenía firme el caminar a sus 70 años. Sus manos y su tez, arada en multitud de surcos,

mostraban el mapa de una vida intensa marcada a fuego por la postguerra y las penalidades. Su mayor virtud y su pasaporte a la longevidad se la proporcionó su habilidad natural para cocinar de manera exquisita, con apenas unos pocos ingredientes, multitud de platos, algunos de los cuales, conforman hoy la denominada “cocina volcánica”, propia de la Garrotxa.

        - ¡Vira!, ¿surts o no? ¡va! ¡Anirem al Estany…!

Aquellas imágenes de una Elvira adolescente, subiendo con el cabello húmedo y suelto en la motocicleta de Abel Martí, el hijo del panadero del pueblo, iban emborronándose y devolviendo a su gris realidad a la “Community Manager”, y con ella, de vuelta, a la voz empalagosa de Lauro Morgani...

****

VIC. Viernes 10 de mayo de 2019.

Los recuerdos del primer contacto…, el cruce de miradas furtivas, las manos hambrientas, el primer beso, el fin del mundo en el cerrar de ojos y las primeras lágrimas, fueron proyectándose todo el trayecto sobre el reflejo de la ventana, durante las 6 seis horas que tardó el AVE desde Puerta de Atocha hasta Vic.

        -¿Ja arribem, mami? ¿Com es la iaia Tere? ¿li agradaré?

        - Si, petitona, no ho dubtis. Mira, ja arribem.. ¿veus?...¡ Allà està la Iaia Tere!

Teresa todavía guardaba su entereza, pero con 86 años, su cuerpo se había reducido, y no quedaba rastro del color rojo en su cabello, invadido por el blanco de sus canas.

        -Benvinguda, Vira. ¡Que n’ets de guapa..!.-Ets, com la teva mare..., que en pau descansi..

         - i I quina moneria em portes! ¡Ay, Deu Meu Senyor, ara mateix ploraria..!... ¡tant de temps..!. ¡Com has pogut marxar i no tornar en tants anys...!

Los ojos de ambas se inundaron de nostalgia...

        - Aquesta es Lidia....

        ¡Hola, Lidia, angelet del meu cor !

        -Em vaig equivocar, iaia... Tot el que somiava... mai es va fer realitat..., i no he tingut cor de tornar... -¡Perdona’m, iaia!, ¡perdona’m!. ¡Et vaig abandonar...!

        Mami, ¿perquè ploreu? ¿Que passa?

Y siguieron abrazadas durante un largo rato, intentado conjurar el paréntesis del tiempo.

        ¡Au!, anem a casa, que estic preparant cafè i coca de llardons per berenar...

****

Dicen que el sentido del olfato es el más desarrollado de todos los sentidos, porque queda indefectiblemente grabado en la memoria, despertando sensaciones que creíamos olvidadas.

Volver a cruzar aquella puerta de madera reseca con remaches de hierro, inundó la mente de Elvira en un instante. La invadió un olor a hortalizas recién cosechadas, a la tierra húmeda, al gallinero, al café de aquel molinillo con manivela y cajón, que aún conservaba en la cocina, al dulce recién hecho, y al perfume de las sábanas al entrar en su olvidada habitación, donde se

detuvo el tiempo hace más de quince años, con su mayoría de edad, … y con el salvoconducto a la libertad.

        ¿I doncs, ja tens una bona feina a Madrid?.. ¿I la nena ?

        ¿Com es la teva vida, Elvira meva..?. Em varen dir, fa temps, que t’havies divorciat... I no m’estranya, perquè aquell malparit no era per a tu...

        -Estic be, iaia. Treballo a una mena d’agència de publicitat. Tinc encomanada la tasca de entrevistar i convèncer al Xef del Restaurant de Cal Ramonet per que faci els honors d’aportar la seva experiència per un altre restaurant de Madrid, que es client nostre y que vol renovar la seva imatge.

        No entenc res del que m’expliques, però si per a tu es important, segur que estarà be.        El que sí hauries de saber es que a Cal Ramonet treballa l’Abel...

Teresa levantó la vista, ante el silencio de Elvira y contempló su reacción. Ahí seguía… el brillo en sus ojos la estaba delatando, y su silencio ya la había condenado.

    Veig que encara et queden papallones a la panxa, petita meva...

    -¡Que dius, iaia, au, va!, ¡nomes érem criatures!

    Ja veig...

    -Bé,.. vaig a la cuina a preparar el sopar.

****

Sábado, 11 de mayo de 2019. CAL RAMONET.

Cuando la vio entrar, tuvo que mirar dos veces. Aunque ella no lo había detectado aún, su sola presencia al cruzar la entrada de Cal Ramonet había usurpado su concentración, enmudecido su garganta y enardecido su rostro.

        ¡Abel...!, ¿portes els fesols a la taula cinc?... ¿Abel...?, ¿es pot saber que fas?

        -De seguida, Ramón, ja...ja ho porto...

Casi sin darse cuenta, el mozalbete que un día fue, comenzó a emerger en aquel cuerpo de treinta y tantos, y se instaló de nuevo en algún lugar de su corazón, cuando éste, sin pedir permiso, se le aceleró al detenerse junto a la espalda de Elvira, que, envuelta en un halo de luz propia, en ese instante contemplaba la estancia…

        ¿Vira?, ¿Ets tu de debò?

        Y, girándose rápidamente, respondió:

        -¿Abel? ¡Caram!... Deixa que et miri...estàs...¡estàs molt canviat, I molt guapo!.

        ¡Abeel...!, ¡vinga, noi!, ¡que no arribarem al segon torn!,... ¿Qui és aquesta senyoreta, si es pot saber?

        -Es... es... una...persona molt especial...vàrem compartir hores i somnis junts, fa molt de temps.

        Vostè dirà..., ¿voldrà seure, si us plau?.

Y, mientras regresaba a la cocina, sin perderla ni un momento de vista, Elvira expuso al Chef el motivo de su visita.

Al finalizar la entrevista, y habiendo convencido a Ramón Vilalta de lo beneficioso del evento, a la par que conmutativo, Elvira se rezagó a propósito en su despedida, y esperó a que la casualidad se tornase en causalidad, y pudiese volver a oír la voz grave de Abel.

        -¿Encara ets aquí?

Resonaban en esas tres palabras los vestigios del último adiós, y los restos de una batalla de sueños olvidados y viejos reproches, de la promesa de libertad y de una vida elegante y refinada, alejada de la tierra de los volcanes…y de Abel Martí.

        - Abel, si us plau, vull que sàpigues perquè...

        -No importa, Vira. ¿Érem inconscients, oi? Tu volies anar a la Gran Ciutat, a veure mon, a estudiar i ser famosa...Jo, volia estar amb tu. A totes hores. Mai m’havia importat què faria o que seria o que tindria, si no era amb tu.., ¡però ja veus..!

        -Hauríem de tornar a parlar...Tinc una “peque” de vuit anys i voldria que et conegués..

        ¿ perquè no et passes per la masia de la Tere? Torno a Madrid el proper dilluns...

No era el hecho de saber que tenía una hija, lo que lo enmudeció, sino la sensación de haber quedado atrapado en un mundo paralelo, viendo pasar su juventud perdida, con su trabajo y su soledad…

****

24 de mayo de 2019. Restaurante Amelia Retiro.


Los hermanos Ignacio y Miguel Domínguez, propietarios del “Amelia Retiro” habían condicionado el desarrollo del evento, a su participación “sine qua non” en la final del certamen, que había comenzado sus preparativos en la cocina principal.

Todo el personal del restaurante puso su mejor voluntad en que no faltase de nada: Vajilla, balanzas, tablas de cortar, centrifugadoras de verduras, ollas, cazos, abrelatas, espátulas, y un sinfín de utensilios tradicionales y modernos como esprays de nitrógeno o una máquina de hielo seco.

Los otros dos participantes, el célebre cocinero vasco, Asier Intxaurrondo y el catalán Ramón Vilalta, reservaban ya en sus zonas a todo su personal para comenzar a preparar sus propuestas.

Elvira Sondel, como impulsora de la Gala de SLK Digicom, esperaba en los reservados destinados a VIPs, el desarrollo del evento, acompañada por su abuela Teresa, engalanada con un elegante vestido negro escogido por su nieta para la ocasión.

La Gala comenzó y cada Chef y sus colaboradores comenzaron la batalla culinaria final. Y los platos seleccionados fueron: por parte de Asier Intxaurrondo, merluza con salsa de ostras y espuma de coral; por los hermanos Domínguez, “filet mignon” de ternera con salsa de trufa blanca y crujiente de caramelo, y por Ramón Vilalta, sorprendentemente, pies de cerdo con judías de Santa Pau.

Pero sucedió algo inesperado. Ramón Vilalta, dejó momentáneamente su zona y entró a la sala VIP, con una mano en el pecho tambaleándose, tras lo cual se desplomó ante la mirada atónita de Elvira. Por suerte, sucedió en una cámara no accesible desde los congregados y tuvieron tiempo para solicitar ayuda al Servicio de Urgencias del Hospital La Paz, sin que nadie se hubiese percatado todavía.

      -Dios mío, ¿Qué hacemos?, exclamaba paralizada, Elvira ante el Chef, rodeado de personal intentando reanimarlo.

        -De moment, doneu-me un davantal i un barret de cuinera, que ja me’n encarrego jo.

        ¡...Iaia..! ¿Que fas?

        -¿De qui et penses que va aprendre el Ramonet?, au, porteu-me a la cuina, ràpid..!


Después de las oportunas explicaciones a los congregados, la representación del Restaurante de Cal Ramonet, pudo continuar con su cometido y la Gala fue un éxito.

Casi al terminar, en un intercambio de utensilios con Abel Martí, que fue dirigiendo impecablemente a todo el personal, Teresa apoyo su mano en la de Abel, y quitándose el gorro le miró a los ojos, y le susurró:

        -Abel, l’Elvira t’estima... No la deixis marxar.

Medio escondida en un rincón de la cocina, Elvira se reunió con Abel, quien, tomando sus manos, la miró y le dijo:

        - Vira, vull tornar amb tu al Estany i recuperar el temps perdut... T’estimo tant...!

        -¡ Mira que ets bonic amor meu !

****

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